Wednesday, October 12, 2011

Tecnología: ¿Bendición o Maldición?

La tecnología es un instrumento de avance en el mundo. De eso no cabe la menor duda, pero a veces me pregunto si realmente ¿la necesitamos todo el tiempo? Nos hemos vuelto esclavos del trajín en el que vivimos diariamente y ya no se trata de realizar tareas simples para llevar nuestra rutina, sino que nos hemos convertido en máquinas de multi-tasking para poder medianamente tener un día productivo. Estamos conectados 24/7 a aparatos y sistemas que fueron creados para facilitar muchas cosas, pero que cuando se pusieron de moda no nos advirtieron que se volverían invasores de privacidad.

Hagamos un breve análisis de 3 cosas "fabulosas" e innovadoras que nos rodean:

La computadora.
Recuerdo los días en que tener una computadora entre los compañeros de estudio era más o menos así como pertenecer a una élite de personas importantes y envidiables. ¿Cuántos de nosotros no tuvimos como excusa ir a casa de algún amigo o amiga a "hacer un trabajo en su computadora"? hasta que nuestros papás se cansaban de la guachafita y nos compraban un ordenador calificado y a la última moda tecnológica. Recuerdo haber intercambiado diskettes de 5 1/4 con juegos como Príncipe de Persia II y Street Fighter. Además, tener un monitor a color era lo más "in", pero con uno monocromático bastaba. Pasé tardes jugando, escribiendo y explorando (no recuerdo qué tanto, pues no existía internet) pero puedo decir que para mí era más importante interactuar con mis amigos personalmente que quedarme pegada frente a la computadora. Hoy en día, tener una computadora en casa (de escritorio, o portátil) es tan necesario como tener una nevera, o simplemente un televisor. Es cierto que la computadora, de la mano de Internet, juegan un papel importantísimo en la vida actual pues ya no necesitamos tener una biblioteca llena de enciclopedias (que era con lo que se realizaban las tareas de investigación) o una repisa repleta de discos compactos con la música que nos gusta, las películas que recordamos o los álbumes de fotos que contienen todos nuestros recuerdos. Eso estaría bien para los museos. Sin embargo, ese mundo de cultura e información que nos facilita tantas cosas, también nos roba valiosísimo tiempo que bien pudiera ser empleado para compartir con un familiar, o un amigo, o alguna tarea cotidiana pendiente. El trabajo, que en muchos casos está ligado a la computadora, se muda de la oficina a la casa, y al llegar no paramos de trabajar, simplemente retomamos los asuntos que quedaron pendientes, una vez más, robando tiempo de descanso y recreo. Y ni hablar de los niños que desde temprana edad pasan horas jugando con el "tablet" (una versión más ligera de la computadora, pero mas completa que el celular) en vez de estar en el parque, en la calle, o en el patio con amiguitos. Ellos son la proyección joven de lo que somos nosotros ahora.

El celular.
Amigo y aliado. Tiene tantas funciones, que se nos puede perder la cartera, el carro, cualquier cosa, pero el celular no!. ¿Cómo hacíamos para sobrevivir sin él? Yo vengo de una generación en la que el celular ya existía, pero no era común. Y los que había, realizaban únicamente la tarea básica de hacer llamadas y recibirlas. Cuando salíamos de casa a alguna fiesta, reunión, o lo que fuera, generalmente nuestros papás nos esperaban a cierta hora, y la norma era pedir un teléfono prestado si estábamos retrasados. Pero salir de casa sin celular nos permitía concentrarnos 100% en lo que íbamos a hacer, sin interrupciones, sin cambios de planes. El teléfono público jugaba el rol de sacarnos de apuros en caso de necesitar comunicarnos con alguien, pero hasta ahí. Por supuesto que habían muchas desventajas, pero no nos importaban porque no conociamos su existencia!!! 

Ahora no vivimos sin este aparato (me incluyo!), pues con él podemos hacer tantas tareas que en el pasado hubiesen requerido llevar con nosotros una tonelada de cosas: libreta, cámara fotográfica, walkman, enciclopedia, agenda, reloj despertador, filmadora, grabadora de audio, teléfono, televisor, computadora, calendario... (Entre las funciones más básicas!) peeeeeero... somos víctimas de cosas como una cena que se interrumpe para resolver un problema de trabajo, o un momento de calidad con la pareja o la familia que se acaba por atender una llamada inoportuna, o hasta algo tan sencillo como tratar de descansar y no poder conciliar el sueño gracias a un mensaje de texto que llegó justo cuando comenzábamos a caer en estado alfa... (Para los que no sepan qué es el estado Alfa, es cuando la mente entra en una relajación hipnótica justo antes de quedarnos dormidos, donde estamos conscientes, pero listos para caer en un descanso profundo). Existe el botón de "OFF" en el celular, pero no nos atrevemos a apretarlo.

Las redes sociales.
Arma de doble filo. Ya he hablado tantas veces de las redes sociales, que probablemente suene repetitiva. Sirvieron como máquina del tiempo para propiciar reencuentros agradables (y desagradables también!), instrumento para entretener cuando estamos esperando o no hay nada que hacer, contar vida y milagro de lo que hacemos, presumir, compartir fotos, divertir a otros, etc... Ja! Etiquetar en fotos sin pedir permiso es una especie de ofensa tácita para algunas personas, y a veces hasta causante de rompimientos de relaciones, amistades, familias, etc. La regla de oro entre las mujeres: "No me etiquetes en esa foto que salí horribleeeeee", la norma de los hombres "Cuidado pana! no me etiquetes que me puedo buscar un lio con mi [inserte aquí el título: novia, esposa, querida, arrejunte, pareja]". Las redes sociales son también una prueba más que se toma en cuenta en casos legales, juicios, divorcios, problemas, demandas. Otra manera propiciada por nosotros mismos para que se nos invada la privacidad. La verdad, yo admiro a las pocas personas que quedan en el mundo (conozco a varios, si!) que no tienen perfiles en redes sociales, simplemente porque eligen mantener su anonimidad y privacidad intactas, a perpetuar la febril costumbre de estar en lo "in".

Y yo pregunto nuevamente, ¿es la tecnología una bendición o una maldición? Mi respuesta: es una relación amor-odio. En mi caso particular, me fascina y me considero una fanática 100% de ella, pero no sólo de palabra, como sucede con muchos que creen que lo son porque tienen unos cuantos dispositivos electrónicos y se cortan las venas por Steve Jobs y Bill Gates pero no saben cómo operar correctamente su iPod o su PC, sino que también me apasiona entenderla y aplicarla como una herramienta efectiva, mas no enviciada. Mi desprecio comienza cuando esa tecnología toma control de las acciones y decisiones en mi vida y la de los que me rodean.

Y lo que nos falta por vivir!!!
Este es sólo el comienzo.